Hoy he estado de funeral. Lo puedo escribir porque no me pillaba muy cerca y mi corazón no está tan encogido. Era el padre de una amiga. Aunque no por ello deja de ser triste. Además, no pudo dejar de recordarme el funeral de mi suegra hace un par de años, y ese sí fue realmente amargo. Y se ha producido hoy una situación curiosa. Al tiempo que yo daba el pésame, me respondían con felicitaciones por mi reciente paternidad. Ley de vida.
Pero me ha parecido imprescindible escribir sobre ello, porque muestra las tradiciones y personalidad de los noruegos, como alguno de los lectores me ha pedido. Y es una muestra clara de las luces y sombras. Cosas que me encantan y otras que nunca llegaré a entender.
El funeral en Noruega se puede dividir en tres partes: antes, durante y tras la ceremonia.
ANTES DE LA CEREMONIA:
Lo peor. En España, lo normal es el muerto al hoyo y el vivo al bollo. En menos de 48 horas todo ha pasado. Del deceso al descenso. En Noruega pueden pasar hasta dos semanas. Y es una espera terrible. Hay cosas que hacer, sí. Arreglar papeles, acuerdos con la funeraria, con el párroco, con el cátering (sí, el cátering, pero eso lo cuento luego)... pero es demasiado tiempo. Irte a acostar durante dos semanas, sabiendo que tu ser querido está metido en un frigorífico en los sótanos del hospital no es un pensamiento agradable. Y lo triste es que en algunos casos no se tarda tanto por los trámites, sino porque las funerarias están colapsadas y hay cola hasta pa`morirse.
DURANTE LA CEREMONIA
Pero llegado el día, llegan las luces. La ceremonia de un funeral noruego me parece fascinante. Muchas emociones, respeto y recuerdos al fallecido. Unos días antes del funeral se produce una cosa curiosa. El párroco o párroca visita a la familia a su casa para hablar sobre el difunto. Cómo era su vida, su personalidad, los bellos recuerdos... todo para preparar su responso. Es un responso muy personal y que muestra cariño. Pone alegría a un momento tan triste. Y no es lo único. A la entrada del templo, se reparte un programa de la ceremonia, con los textos de varias canciones que la propia familia ha elegido en la funeraria. Y tras la lectura y el canto, el párroco lee las cintas de las coronas, con los mensajes de familia y amigos. Sí que es cierto que esto ayuda a comparar quien se ha estirado más el bolsillo con la corona, pero la verdad es que hace ese mensaje más cercano.
Y en el funeral de hoy también se ha producido otra cosa que nunca he visto en España, pero puede que también suceda. La ermita era también crematorio. Y el ataúd, en el altar, baja de repente por un ascensor, desapareciendo para siempre a la vista de su mujer, hijos, amigos... Difícil controlar las lágrimas. En mi opinión, un momento prescindible.
DESPUÉS DE LA CEREMONIA:
"El banquete". En un principio esto lo critiqué. Me parecía horrible ver a la hija del recién fallecido preocupada porque el cuñado tenga el plato lleno y la copa a rebosar, cuando tenía que ser el cuñado el que se preocupara porque la hija no rompiera a llorar cada dos minutos. Pero se puede ver con otros ojos. En el banquete, que no es tal, sino simplemente un almuerzo con algo de comida, del que se suele encargar un catering, nada barato por cierto, se colocan velas y fotos del difunto, para recordarlo. Luego, en grupos o frente a todos, se recuerda al fallecido, y es bonito decir adiós con una sonrisa.
Nada es mejor, ni nada es peor, ni nada es perfecto. Tan sólo diferente.
Y no quiero acabar triste, por eso dejo el video de una canción con otro gran funeral. La Mandrágora canta "Adivina, adivinanza", ¿adivinas los apellidos del muerto que canto yo?
---Pero me ha parecido imprescindible escribir sobre ello, porque muestra las tradiciones y personalidad de los noruegos, como alguno de los lectores me ha pedido. Y es una muestra clara de las luces y sombras. Cosas que me encantan y otras que nunca llegaré a entender.
El funeral en Noruega se puede dividir en tres partes: antes, durante y tras la ceremonia.
ANTES DE LA CEREMONIA:
Lo peor. En España, lo normal es el muerto al hoyo y el vivo al bollo. En menos de 48 horas todo ha pasado. Del deceso al descenso. En Noruega pueden pasar hasta dos semanas. Y es una espera terrible. Hay cosas que hacer, sí. Arreglar papeles, acuerdos con la funeraria, con el párroco, con el cátering (sí, el cátering, pero eso lo cuento luego)... pero es demasiado tiempo. Irte a acostar durante dos semanas, sabiendo que tu ser querido está metido en un frigorífico en los sótanos del hospital no es un pensamiento agradable. Y lo triste es que en algunos casos no se tarda tanto por los trámites, sino porque las funerarias están colapsadas y hay cola hasta pa`morirse.
DURANTE LA CEREMONIA
Pero llegado el día, llegan las luces. La ceremonia de un funeral noruego me parece fascinante. Muchas emociones, respeto y recuerdos al fallecido. Unos días antes del funeral se produce una cosa curiosa. El párroco o párroca visita a la familia a su casa para hablar sobre el difunto. Cómo era su vida, su personalidad, los bellos recuerdos... todo para preparar su responso. Es un responso muy personal y que muestra cariño. Pone alegría a un momento tan triste. Y no es lo único. A la entrada del templo, se reparte un programa de la ceremonia, con los textos de varias canciones que la propia familia ha elegido en la funeraria. Y tras la lectura y el canto, el párroco lee las cintas de las coronas, con los mensajes de familia y amigos. Sí que es cierto que esto ayuda a comparar quien se ha estirado más el bolsillo con la corona, pero la verdad es que hace ese mensaje más cercano.
Y en el funeral de hoy también se ha producido otra cosa que nunca he visto en España, pero puede que también suceda. La ermita era también crematorio. Y el ataúd, en el altar, baja de repente por un ascensor, desapareciendo para siempre a la vista de su mujer, hijos, amigos... Difícil controlar las lágrimas. En mi opinión, un momento prescindible.
DESPUÉS DE LA CEREMONIA:
"El banquete". En un principio esto lo critiqué. Me parecía horrible ver a la hija del recién fallecido preocupada porque el cuñado tenga el plato lleno y la copa a rebosar, cuando tenía que ser el cuñado el que se preocupara porque la hija no rompiera a llorar cada dos minutos. Pero se puede ver con otros ojos. En el banquete, que no es tal, sino simplemente un almuerzo con algo de comida, del que se suele encargar un catering, nada barato por cierto, se colocan velas y fotos del difunto, para recordarlo. Luego, en grupos o frente a todos, se recuerda al fallecido, y es bonito decir adiós con una sonrisa.
Nada es mejor, ni nada es peor, ni nada es perfecto. Tan sólo diferente.
Y no quiero acabar triste, por eso dejo el video de una canción con otro gran funeral. La Mandrágora canta "Adivina, adivinanza", ¿adivinas los apellidos del muerto que canto yo?
Mira qué cosa tan más interesante has escrito, aquí en México también es costumbre que después del funeral se reza un novenario, es decir, durante 9 días después del cepelio se reza un rosario por día y al finalizar éste (que por lo general es por la tarde noche) se ofrece una ligera merienda café con leche, pan de dulce y o tamales y al finalizar todo el novenario una comilona muy sabrosa en donde se creé que el sazón de ésta última comida es el sazón de la persona difunta, ¿vaya tradición no? heheh... es muy interesante conocer las costumbres ajenas y el día que puedas estar en un DÍA DE MUERTOS EN MÉXICO sería increible, de verdad ;-)
ResponderEliminarBueno, pasando a otros asuntos, muuuchas felicidades por tu bb, te mando la buena vibra de todo corazón.
Un abrazo
Nada es mejor, ni nada es peor, ni nada es perfecto. Es diferente.
ResponderEliminarEso es con lo que me quedo.
A mi personalmente no me gustan en los cementerios españoles ver las fotos de los difuntos.
Es diferente.
Un abrazo
Maria
muy interesante...
ResponderEliminarparece como en las pelis americanas...
Pensé que esas largas esperas solo se daban durante entierros como el de Olof Palme y por ser un funeral de Estado, pero no tiene puta gracia que te gagan esperar 15 días a que termine todo.
ResponderEliminarEnhorabuen por el artículo.
Muy interesante a pesar de haber sido por algún familiar. Se te agradece. El funeral noruego, por lo que comentas, es parecido al norteamericano, supongo que estos últimos al ser protestantes lo importaron del viejo continente. No me imagino en España haciendo un catering, aquí como bien has dicho, "el muerto al hoyo y el vivo al bollo".
ResponderEliminarOtra cosa que me llamó y me sigue llamando la atención de los funerales en Noruega es que los ataudes son blancos para cualquier edad, es algo standard. Me pregunto si será por aquello de la “igualdad”, para no distinguir a la gente por su clase social o económica….. Por otro lado está lo que comenta David en su artículo, el tema de la lectura de las dedicatorias de las coronas y centros de flores , incluyendo la lista de personas que las envian. Esto puede poner en evidencia a alguno que se haya escaqueado de mandar o comparar “el tamaño y calidad” de los mismos
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