El comienzo del post de hoy es de los que me gustan, hablando bien de Noruega, que ya me canso de blogueros y turistas que sólo hablan de este país para quejarse del frío y de lo sosos que son estos nórdicos. Que no digo yo que no, pero eso para otro día. Pero, ¿cómo se puede criticar a un país que tiene diez semanas de baja por paternidad? Eso, sumado a mis vacaciones de profe, un chollazo que hace que ya no me encuentre sitios donde rascarme. En estos momentos estoy disfrutando de cuatro semanas de baja, más la semana santa, y es la gloria. Aún me quedan seis semanas más que puedo utilizar antes de que mi hija cumpla tres años. Es ahora que tengo algo más de experiencia como padre que empiezo a valorar lo importante que es tener tiempo con los niños.
Pero me estoy desviando del tema. No son las bajas el tema de hoy, sino los guiris, o sea, yo. Aprovechando estos días de relax, nos fuimos toda la familia dos semanitas a Gran Canaria, porque sí, aquí hace mucho frío, qué coño. No había hablado antes del viaje porque si me entran los cacos y el seguro se entera que cuento mis viajes en Internet, no se sueltan ni una corona.
No quería complicarme la vida. Sólo quería relajarme y olvidarme de los alumnos por un tiempo, y con un bebe de cinco meses y un niño de cinco años, no es fácil ir de turismo al Machu Pichu. Así que fui a la agencia, les dije haganme un paquete familiar y me lo envolvieron para regalo. Eso sí, con precios nórdicos.Gran Canaria y el lugar al que fui tiene casi todos los ingredientes que, en principio, no me gustan para unas vacaciones, pero he de reconocer que fueron perfectas. No hay mucho para visitar y está lleno de guiris. Pero las tornas han cambiado, y ahora el guiri soy yo. Adaptarse o morir. Eso sí, salvando las distancias. Yo no me puse como un cangrejo a los dos días y seguí tomando el sol, ni compré un traje de flamenca a mi niña mientras yo lucía riñonera como muchos finlandeses.
Un guiri en Las Palmas
Estuvimos en un resort (qué bonita palabra) que se llama Bahía Feliz, en el hotel Playa Feliz. Los nombres ya lo dicen todo. Todo el complejo es propiedad del mayorista sueco Star Tour, y la clientela es 99,99% nórdica. Ese otro porcentaje que sobra soy yo. Está todo pensado para que no salgas del recinto para nada. Piscina, supermercado, tenis, padel, minigolf, restaurantes, tiendas, espectáculos, fútbol, spa... Y los usé todos. Me encantan los masajes.
Muy numeroso era el grupo que lo único que usó en sus vacaciones fue la piscina y el bar. Espero no olvidar nunca encargar vacaciones con el todo incluido. Sólo les ofrecen fritanga y vino de barril hasta que se hartan. Yo no quería el agobio de los animadores de piscina y cogimos un apartamento más apartado, con vistas al mar. Tomarse una cerveza y leer la prensa, mientras el niño está en el club infantil es la gloria, y ya es la segunda vez que utilizo esta expresión en esta entrada. Debe ser cosa de la semana santa.Pero me sentía un extranjero en mi propio país, porque aunque con una hora menos y más suecas que canariones, Canarias es España. Ninguno de los miembros del turoperador presentes hablaban español y ni siquiera noruego, porque se supone que yo tengo que entender sueco. Y aquí vino la gran ventaja. Parece ser que el gobierno de la isla autoriza la construcción de estos complejos si se contrata a trabajadores de la zona y, eso sí, el servicio era español. Limpiadoras, camareros, recepcionistas... Y para mí, una bendición. Cuatro ejemplos:
-voy al bar y pido un cubata y una cerveza. ¿Cuánto es?, pregunto yo. A la primera te invito, que hace mucho que no veo un español por aquí, responde el camarero.
-necesitamos gafas de sol y las tienen baratas en el supermercado del hotel y la señorita me dice: a tí que eres español te lo puedo decir, son una mierda, cualquier cosa que compres por ahí es mucho mejor.
-en el restaurante, los descuentos de las cenas fueron bastante agradables y el almuerzo del día final fue por cuenta del jefe de camareros. No puedo más que estar agradecidos a todo el servicio, incluido las de la limpieza. El hotel Playa Feliz es muy recomendable.
-Aunque a la recepcionista no le debió hacer gracia el españolito típico al que le encanta quejarse, cosa poco habitual en los nórdicos. Que si hay que pagar por ver Telecinco, que si se me ha caído un ventanuco del baño, que si no quiero que me agobien llamándome para que cierre la puerta por la noche por motivos de seguridad... rollos que no merecen explicación.
Pero la cruda realidad vuelve. Treinta exámenes de varias páginas me esperan por ser corregidos, y la cuenta corriente ha quedado tan tiritando que el resto de semana santa es para escribir en el blog. Pues eso haremos.
-voy al bar y pido un cubata y una cerveza. ¿Cuánto es?, pregunto yo. A la primera te invito, que hace mucho que no veo un español por aquí, responde el camarero.
-necesitamos gafas de sol y las tienen baratas en el supermercado del hotel y la señorita me dice: a tí que eres español te lo puedo decir, son una mierda, cualquier cosa que compres por ahí es mucho mejor.
-en el restaurante, los descuentos de las cenas fueron bastante agradables y el almuerzo del día final fue por cuenta del jefe de camareros. No puedo más que estar agradecidos a todo el servicio, incluido las de la limpieza. El hotel Playa Feliz es muy recomendable.
-Aunque a la recepcionista no le debió hacer gracia el españolito típico al que le encanta quejarse, cosa poco habitual en los nórdicos. Que si hay que pagar por ver Telecinco, que si se me ha caído un ventanuco del baño, que si no quiero que me agobien llamándome para que cierre la puerta por la noche por motivos de seguridad... rollos que no merecen explicación.
Pero la cruda realidad vuelve. Treinta exámenes de varias páginas me esperan por ser corregidos, y la cuenta corriente ha quedado tan tiritando que el resto de semana santa es para escribir en el blog. Pues eso haremos.