Vuelta a los orígenes. Algunos lectores escribían en sus comentarios que están hasta las narices de tanto Breivik. Y es verdad, también siento que no he escrito otra cosa el último año. Muchos quieren leer cosas de la vida cotidiana en una familia hispano-noruega. Y aquí viene, el famoso choque culturas de los calcetines y las sandalias.
Foto: David Fergar. Explicación: Al final del texto.
No hay que vivir mucho tiempo en España para saber que las reglas de vestimenta son pocas. A parte de que el alcalde de Valladolid no quiere que la gente vaya sin camiseta por la ciudad, y que en Salamanca no entras a la discoteca con zapatillas, cada uno puede vestir como quiera. Pero eso sí, nunca, NUNCA, uses calcetines debajo de las sandalias.
Esta verdad absoluta es cuestionada en Noruega. En principio porque aquí estamos más acostumbrados a vernos los calcetines unos a otros. Pueden invitarte a una cena formal, en la que el traje es requisito, y ahí estás tú, con el Armani por arriba y el agujero en los calcetines rompiendo todo el glamour del momento.
No son pocos los compañeros de trabajo que he visto llegar con sus Chirucas a la escuela y cambiarlas por las sandalias, sin haber eliminado el calcetín de lana. Y aún peor, últimamente la sandalia es la tipo barca terapeútica esa que te hace balancear constantemente como si tuvieras el baile de San Vito.
Pero no, en mi casa no entran..... ¿o no entraban?
A mi hijo le tengo bien enseñado: "Hijo, si no quieres que te llamen guiri como lo hacían con tu madre, aguanta las roceduras de las sandalias. Hazte un hombre". Porque aquí haré un paréntesis, pero con los años he aprendido que: en verano con zapatillas te abrasas, y con sandalias te rozas. ¿No seria maravillosa la transpiración de la sandalia y la protección del algodón? ¡No,no! Acabo de tener un segundo de posesión noruega. Perdónenme. Vuelvo a la rectitud hispana.
Mi hijo lo tenía bien aprendido. Pero no la sociedad, que se pone en contra nuestra. No hemos podido ser como aquél gallego que emigró a alemania y enseñó gallego a toda su región. Hemos tenido que rendirnos.
Esta semana ha hecho mucho calor en Noruega. Mucho. Hasta 35 grados en algún momento. Y el pie descalzo o sandalia han sido rutina. Pero la semana anterior, en ese limbo de los 20-25 grados se planteó la crisis. Mi hijo fue en sandalias a la escuela y su profe le dijo que no esá permitido el pie desnudo. Hay que usar calcetines para evitar rozaduras. El pobre ha tenido un trauma total. Llegó a casa casi llorando: "yo no quiero ser guiri!" Creo que aún no tiene claro lo que significa, pero sabe que no es nada bueno. Tuvimos que reinventar la historia y manipular la verdad de la misma forma que cuando los niños encuentran el disfraz de Papá Noel en un cajón. "Mira hijo, la verdad es que te exageré con lo de los calcetines. Tan sólo es un regionalismo concentrado en la zona ibérica, no extrapolable a zonas escandinavas donde las reglas de etiqueta distan sobremanera de la rutina mediterránea". Me miró raro. Estaba apunto de preguntarme que qué carajo había dicho, pero se dio cuenta que no tenía sentido y se dio por satisfecho. Y allí que se fue el chaval, con sus sandalias y sus calcetines. Renegando de su sangre ibérica pero recibiendo con los brazos abiertos su educación vikinga. Con los pies al tiempo frescos y protegidos, libre de toda tirita.
Una vez más, Noruega nos ha ganado en una batalla. Pero, ¿quién ganará la guerra?
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Nota del autor: Sí, los calcetines y sandalias de la foto son míos. Pero es puro atrezzo. Foto manipulada para la ocasión, para evitar robar imágenes al google. Fui invadido por un ramalazo guiri, pero no os preocupéis, la riñonera ya no la utilizo (he engordado mucho y no me entra).