Mi podcast: ¿Y por qué no aquí?

martes, 15 de mayo de 2012

Breivik, impasible ante sus víctimas


Hoy ha sido un día duro. He escuchado a demasiados adolescentes hablar de muerte. Palabras que, como mucho, sólo deberían escuchar en las películas de acción y no de sus propias bocas, y hablando de la vida real. Soy profesor en la escuela NTG, la escuela noruega para deportistas de élite, que ha sido sacudida en los últimos días por dos tragedias. Hace un par de semanas falleció el nadador Alexander Dale, en circunstancias extrañas, amigo de varios de mis alumnos y colegas. Hoy han encontrado muerto en una construcción al futbolista Tor-Marius Gromstad, de 22 años. Ex-alumno de mi escuela y compañero de equipo de varios de mis actuales alumnos. Terrible.

Otro de mis alumnos perdió a su primo y mejor amigo en la matanza de Utoya del pasado 22 de julio. Hoy varios de los supervivientes declararon ante el tribunal, y hoy por primera vez estuve en la sala principal del juicio siguiendo estas declaraciones. Hasta ahora había estado varias veces en la sala de prensa, siguiendo por grandes pantallas, pero no es lo mismo que estar a tan sólo tres metros de Anders Breivik. Esta era la segunda vez que le veía. Ya estuve en la comparecencia ante el Juez de febrero, cuando presentó su famoso saludo ultraderechista. 

Lo primero que me llamó la atención fue la sala. Mucho más pequeña de lo que imaginaba. Hay muchos asientos, pero todos muy juntos, y todos cerca de Breivik. Tras de él hay un muro de cristal antibalas, pero no frente a él, por lo que no se pudo impedir que un familiar de una de las víctimas le tirara un zapato y, por desgracia, fallara. 

La sala estaba hoy a medio llenar, debido a la pérdida de interés de los medios por el proceso. Volverá a llenarse cuando se acerque la sentencia. Yo estaba sentado a poco más de tres-cuatro metros del asesino. Pensé que iba a sentir algo más de odio, rabia, asco. Pero estamos tan acostumbrados a ver su cara, que no produce especial cosa verla de nuevo. Aunque sea en vivo. 

Más asco produce su frialdad ante la explicación de sus víctimas. Algunos de los que sobrevivieron a sus disparos. Ha sido tremenda la explicación de Marius Hoft, un joven de 18 años, que escapó de las balas escalando un alto, mojado, empinado y peligroso acantilado en uno de los bordes de Utoya. Ha sido tremendo escuchar cómo vio caer a su mejor amigo y lo vio morir en el agua. Con gesto sereno, serio. Sin mirar a su agresor. Emociante fue escuchar cómo dijo que lloró 20 segundos por su amigo, pero desde entonces no ha vuelto a llorar. Contó cómo estuvo esperando varias horas encaramado en las rocas para que lo rescataran. Ahora está haciendo una vida "normal". Este año no ha podido volver a la escuela, pero quiere hacerlo el próximo curso, porque "luchó por sobrevivir" y quiere seguir viviendo. 

Tras él llegó una declaración aún más emocionante. Una joven de 17 años. ¡Tan sólo 17 años! Nos contó como Breivik la disparó y la hirió en la pierna. Saltó al agua junto a otros y nadó a un bote. Y tras de él Breivik seguía disparando contra el bote. Se la notó nerviosa porque contaba esto casi con una sonrisa. Yo trabajo con adolescentes y, parecerá un tontería, pero marqué que esta era una niña de 17 años, no sólo una víctima, porque en su declaración repetía una típica coletilla adolescente, "liksom", algo así como el "osea" español. Esta forma de hablar tan real le daban  a sus palabras más crudeza. Esta chica ha experimentado algo que no se le desea al más bravo de los soldados en combate. Pero ella sigue viviendo. A pesar de que su pierna no está del todo bien y si camina mucho le duele, considera que su vida ahora es, como el anterior, "normal", aunque a veces no pueda evitar recordar lo ocurrido. 

Han sido muchas cosas horribles en un sólo día. Pero sólo puedo quedarme con lo bueno. Las palabras de estos jóvenes valientes y las flores a la puerta del juzgado. Mañana vuelvo a la escuela y me encontraré con varios de mis alumnos, amigos del futbolista fallecido. No sé si mi labor como adulto y profesor será decir algo para animarles, pero he comprado que son ellos los que me están enseñando a mí a cómo comportarse en situaciones dramáticas. 

Y tan sólo dos días para el día nacional de Noruega. Hurra! :)
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2 comentarios:

  1. Que mala persona , que frialdad ! Me repugna !
    Gracias por la información !

    Un abrazo

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  2. jose luis dyralaeknir15 de mayo de 2012, 13:48

    Hola David, la nota es interesante, provengo de un país que rebosa de tragedias para con los jóvenes, a veces multtudinarias, otras menos grandilocuentes, y los jóvenes en todas ellas tienen patrones de conductas muy plásticos y parecidos, a los que se los apoya y la sociedad no está muy envilecida por la vorágine de los medios picacarne, suelen actuar como estos chicos... uh lo que pasó fue malo, pero debo seguir... los chicos tienen una capacidad de asimilación asombrosa. Donde las cosas son más oscuras como aquí, se ven otras tendencias más manipuladoras y exacerbadas.Los noruegos se comportan mas o menos como uno espera que lo hagan, prácticos, lúcidos, módicos en su manifestaciones y reafirmando serenos la estructura en la que creen. Por esas cosas quiero ir a Noruega y asentarme allí y trabajar allí

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