Un programa de televisión no se hace sólo. Los pocos minutos que se emiten por la pantalla suelen llevar mucho trabajo detrás. Eso lo descubrí yo en mi experiencia en televisión tras los atentados en Oslo, y esta vez lo he comprobado en mi colaboración como invitado para el programa "Salvados", de Jordi Évole. De Jordi Évole, y todo el equipo de El Terrat, que a pesar de la importancia que pueda tener un nombre y una cara, nada funciona sin un grupo que trabaja bien junto.
A mediados de diciembre, me contactó Santi, uno de los guionistas del programa. A lo largo de estas cuatro semanas, casi se ha convertido, sin conocerlo, en uno de mis mejores amigos, pues nos hemos escritos más mails que los que envié a mi novia en nuestra época de pelar la pava. Me contó un poco la idea y que estaban interesados en mi perfil por el hecho de llevar una temporada en Noruega, tener experiencia periodística y además, para bien o para mal, haber participado en el programa "Españoles en el mundo", "culpable" según algunos del incremento de españoles emigrantes en Noruega. Yo no pude decir que no. Dejé bien claro que sólo participaría si no se parecía en nada a "21 días". Yo ya sabía por algunos videos que Salvados no iba por esa línea, pero quería marcar la frontera. Lo entendieron perfectamente. De hecho, hoy he visto el primer programa completo, la entrevista a Garzón, y me pregunto cómo quedará mi cara delante del mismo foco y el mismo lugar de una de las personas a las que tengo más respeto y admiración. El tema de esta edición de Salvados está orientada en el trato a la inmigración en España y su comparación con Noruega, por ser receptor de emigrantes. Mi papel era hablar de cómo ha cambiado la visión de los españoles durante los ocho años que llevo viviendo aquí.
Durante las semanas de preparación del programa, me tocó ponerme bastante al día en cuanto a la situación del emigrante español al poner pie en Noruega. Hace ya casi ocho años que fue mi turno y yo, por suerte, no vine a la aventura, sino, por decirlo de alguna manera, por una aventura. Es decir, mi novia. Tener pareja noruega lo hace todo más fácil. Pero ese es tema para otro post, toda la información sacada. Hoy tan sólo tenía ganas de plasmar mi experiencia.
Quedamos el jueves 17 de enero, al mediodía, delante de la oficina del NAV más céntrica. Estábamos asustados por el frío que llevaba haciendo. Pero hubo suerte, poco más de cinco bajo cero y un sol estupendo. Mi sorpresa llegó al plantarme ante el edificio donde habíamos quedado. Había estado ahí muchas veces durante el juicio a Breivik, ya que los juzgados están al lado, pero nunca me había percatado que ese edificio es el que se usa en la serie "Hotel César", el culebrón noruego más famoso del país. Llegó el equipo, y la verdad es que la preparación me puso un tanto nervioso. Una productora, dos cámaras y técnico de sonido, son bastante más del móvil y la grabadora a las que estoy acostumbrado. Ayudó el saber que jugaba en casa, porque me hizo gracia ver cómo iban vestidos, como si estuvieran en el polo. Con tres pantalones, dos plumones y cuatro gorros no iban a congelarse no. Fue un rato corto a la interperie, de la que sólo recuerdo la pregunta "¿y si nos vamos a un restaurante, que hace frío?". Yo mezclé las expresiones "con mucho gusto" y "será un placer" y dije "un gusto". A ver qué sale.
Llegamos al restaurante "La Sangría". A mí me daba un poco de miedo la elección del local, porque es el típico de toros, flamenco y olé y a mí no me van mucho los estereotipos, pero parece que era un poco lo que se buscaba. Al final la elección resultó un acierto. El dueño es un tío cojonudo, que hizo unas declaraciones muy interesantes a Jordi, y además mostró su enorme madridismo, lo cual no es bueno en sí mismo, pero hizo la sobremesa posterior muy divertida con un equipo de televisión repleto de culés.
La entrevista creo que fue bastante bien, pero sé que dije unas cuantas chorradas que confío que los genios de edición sepan arreglar. Estoy orgulloso de haber comentado las noticias del iPad de Jordi, que se ha convertido ya en una institución en el periodismo en España. Por suerte, en esta entrevista yo no era "el malo", y estabamos todos muy relajados. Me imagino que habrá muchas otras entrevistas más incómodas. Tuve la suerte de charlas a solas con Jordi sobre periodismo. Yo le conté que lo que hace es genial, pero me parece raro que no lo haga más gente. Hace preguntas obvias, las que se pregunta cualquier persona de la calle. No podía estar más de acuerdo conmigo. ¿Por qué no hay más periodistas que hacen esas preguntas que los políticos no quieren oir? ¿Por qué los políticos no se dignan a responder?
En resumen, tres horas fantásticas con una gente estupenda y superprofesional. Además, tuvieron el detalle de invitarme a comer, y La Sangría tiene unas tapas estupendas. Ellos se ve que están acostumbrados a la buena comida, pero a mí me dio hasta vergüenza lanzarme al cuello de las gambas al ajillo y el queso manchego.
El resultado lo veremos en pocas semanas, a finales de febrero. Supongo que el 17 o el 24 de febrero.
Aquí parece que me ha hecho alguna pregunta de esas que te dejan sin palabras.
No hay sitio en las paredes de La Sangría para más objeto cañí.
Un grupo fantástico para compartir mesa.