A veces
recorremos kilómetros y kilómetros en busca de paisajes y experiencias, y no
nos damos cuenta que las tenemos al lado de casa. Yo tardé 30 años en visitar
las Hoces del Duratón, cuando están a una hora de Valladolid. Perdí la
oportunidad de visitar San Sebastián mientras estudié periodismo en Bilbao con
la tonta excusa de “ya iré el finde que viene”. Y tras 9 años en Drammen, aún
no había visitado un paraíso natural a cinco minutos del centro de la ciudad y
de mi casa, Kjøsterudjuvet
(a partir de ahora escribiré Kjósterudjuvet para no tener que cambiar de
teclado constantemente). Un cañón excavado en la montaña de Drammen tras 10.000
años de caída de agua del lago llamado Gamledammen (“la vieja señora”).
La ruta se inicia
a los pies de las pistas de esquí de
Drammen. A estas alturas del año, las bajadas parecen la espalda de un
dálmata con una mezcla de blanco y oscuro que no animan a tomar la tabla. Así,
a falta de snowboard, mi hijo Daniel y yo tomamos la vía paralela,
Kjósterudjuvet. Estamos en plena época de deshielo, y es posiblemente ahora el
momento menos indicado para hacer esta ruta, ya que la mezcla de agua y piedras
pueden convertir el paseo en una pista de patinaje, pero los Fernández somos
reconocidos internacionalmente por nuestra valentía y coraje y nos lanzamos a
la aventura. (Seguro que hay algún Fernández en el mundo que sea valiente y con
coraje, así que tomo su apellido).
Tras recorrer
unos 500 metros en lo que en invierno es la pista de esquí de fondo, se llega a
un viejo puentecillo de madera, donde hay que decidir: mirar hacia abajo en el
cañón, o vivirlo desde dentro. Estábamos decididos y entramos. Desde el primer
momento se ven pequeñas caídas de agua que hacen daño a los oídos pero
acarician la vista.
Hay que ir
saltando el riachuelo de un lado al otro continuamente, y en muchas ocasiones
casi todo el pie debe introducirse en el agua. En algunos momentos, he de
reconocer que acojona bastante y puesto que lo que dije antes de los Fernández
era sólo paripé, a cada escollo un grito de satisfacción salía de mi garganta.
Nada más
comenzar, ya íbamos un tanto cansados, pero la adrenalina hizo su trabajo tras
un par de desniveles y ambos estábamos a tope de energía subiendo piedras y
saltando charcos.
Este cañón tiene
cerca de un kilómetro y media de largo y momentos en los que las paredes a
ambos lados superan los 50 metros de largo. A medio camino, el cansancio empezó
a hacer mella y la preocupación también. Había escuchado que en alguna ocasión
un helicóptero tuvo que rescatar a algunos turistas incautos. Mi cuenta
corriente no se encuentra en condiciones de pagar la bajada de bandera de un
helicóptero, así que no entraba en nuestros planes. Pero llega ese momento en
que te planteas: ¿seguimos o nos damos la vuelta? Ir hacia abajo resulta más
complicado que ascender, así que decidimos seguir adelante.
El esfuerzo
provocado mantiene el cuerpo caliente, pero la parada para almorzar a medio
camino no puede ser larga. La temperatura al comenzar era de 7-8 grados, pero a
esa altura debíamos acercarnos a los grados negativos. Tras otros metros de
ascenso, la nieve empieza a hacer acto de presencia, y nos tranquiliza saber
que no hemos sido los únicos que hemos pisado por ahí últimamente y decidimos
seguir las huellas creadas en el hielo.
El punto
culminante de la ruta se encuentra en una gran caída de agua imposible ascender
sin ayuda, por lo que está instalada una escalera de hierro acompañada de una
soga para ayudarse a subir. Ascender la escala con la catarata a tan sólo medio
metro de ti es una experiencia increíble.
A pesar de estar
en medio de la montaña y a 50 metros de profundidad, el teléfono y el GPS aún funciona.
Cuando vi que, aunque estábamos aún a unos metros del final, un hueco en la
montaña nos permitía subir hasta la cima de las pistas de esquí, por donde
íbamos a realizar el descenso, decidí tomar el atajo.
Ascender esa
pared fue casi escalada y conviene no mirar hacia abajo mientras subes. Aunque
la naturaleza o los años de turistas han dispuesto la pared para que parezca
que hay escaleras, y siempre hay un lugar donde asentar el pie.
Llegamos a la
cima y fue un momento genial poder gritar con mi hijo y abrazarle. Como veis,
yo no soy muy rutero, y lo que para otros puede que sea un canapé dominical, para
mí fue una pequeña hazaña secular.
Tras otro pequeño
avituallamiento entre la nieve y las hierbas, llegó una parte no menos
emocionante. Habíamos usado cerca de 2 horas en ascender, y la bajada no llegó
a la media hora. Llegamos a la pista de esquí que, aunque con muchas calvas,
todavía tenía zonas donde deslizarse. Saqué la bolsa impermeable que protege la
mochila, asentamos nuestros traseros… y empezamos a gritar. Hoy debo tener el
culo repleto de moratones, porque la ladera no está precisamente en condiciones
para los deportes de invierno, pero mereció la pena.
Casualidades de
la vida, al llegar a la base de las pistas, un podio nos esperaba para podernos
sacar la foto como campeones.
Una ruta muy
recomendable.
gracias por compartirlo,David.me has resuelto la duda q hacer esta sem santa.una escapada al casi corazon de la tierra y lejos d carreteras y adoquines.seguire vuestros pasos si la nieve perdura.gracias !!!
ResponderEliminarnos ha dado un gran sitio para ir a visitarlo con mi familia nosotros estamos en vesthby no se si nos pilla algo lejos pero poco a poco iremos investigando cada rinconcito de esta noruega
ResponderEliminarmi madre siempre me dice que "una Ferrrrrrrrrrrnandezzz nunca se acojona" ;) así que debe ser verdad :D. Ro-Galicia
ResponderEliminarQue agallas!!! Yo hubiera dado la vuelta!! Jajajaja! Linda travesia! Besos
ResponderEliminares un sitio impresionante, guapo y peligroso si avisan lluvias para ir por el cauce: tienes algo muy parecido en la provincia de Huesca por la zona de Barbastro ... forresten "gammeldammen" betyr "lago antiguo" ... para leer más cosas interesantes de Noruega, oir y comprender su idioma no dejen de visitar spania for nordmenn
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